El universo está poblado por objetos celestes de todos los tamaños, desde lo submicroscópico (partículas de los rayos cósmicos) hasta lo más grande (supercúmulos de galaxias). Cada escala espacial posee una estructura característica, constituida por objetos celestes concretos. Así, la escala interestelar o galáctica culmina cuando se consideran distancias del orden de cien mil años-luz, cuando se pasa a la escala intergaláctica, en la que los objetos característicos ya no son las estrellas y las agrupaciones estelares, sino las galaxias. A partir de unos treinta millones de años-luz se entra en el ámbito de la estructura del universo a gran escala. En este orden de tamaños, las piezas básicas son los grupos, cúmulos y supercúmulos de galaxias. Los grupos tienen una decenas de galaxias, mientras que los cúmulos albergan centenares, hasta miles de ellas. Los supercúmulos de galaxias contienen decenas de cúmulos y alcanzan extensiones de cientos de millones de años-luz. A escalas mayores aún, los supercúmulos se organizan en estructuras filamentosas, alargadas o planas, que dejan entre ellas grandes huecos vacíos. Esta estructura esponjosa adquiere carácter homogéneo e isótropo considerada a escalas superiores a los 500 millones de años-luz.