Los planetas gaseosos son aquellos constituidos principalmente por gases, en particular hidrógeno y helio. En nuestro Sistema Solar pertenecen a esta categoría Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, aunque en estos últimos el hielo es un componente tan sustancial en su composición que se tienden a clasificar en la categoría de los gigantes helados. Los planetas gaseosos, dependiendo de sus mecanismos de formación, no tienen por qué poseer un núcleo sólido rocoso, sino que pueden consistir en un continuo de gases paulatinamente más densos que adquieren finalmente las propiedades de un fluido cuando se encuentra a alta presión. En el caso de Júpiter y Saturno el hidrógeno gaseoso en estado molecular da paso a un estado conocido como hidrógeno metálico, con unas propiedades particulares, y se considera que poseen en los centros unos núcleos sólidos. La inmensa mayoría de los planetas extrasolares descubiertos hasta la fecha son probablemente planetas gaseosos debido, al menos en parte, a que los actuales métodos de detección discriminan mejor los planetas de mayor masa.