Cada una de las categorías del sistema de clasificación de las estrellas según las características presentes en sus espectros. Originalmente, los tipos espectrales fueron definidos por letras del alfabeto. A, B, C… Conforme avanzaba la clasificación, algunos tipos se refundieron, y con ellos sus letras. Posteriormente, los diferentes tipos espectrales pudieron asociarse a la temperatura de las estrellas (lo que constituye un descubrimiento fundamental), y fueron ordenados en temperaturas decrecientes. De este modo quedó la moderna serie de tipos espectrales: O, B, A, F, G, K, M. Esta serie ha sido recientemente extendida hacia temperaturas menores con dos nuevos tipos espectrales, el L y el T, para objetos subestelares. Los tipos O tienen temperaturas superficiales de al menos 30 000 kelvin. Los tipos fríos llegan a temperaturas por debajo de 2000 K. Muy pronto quedó claro que los tipos espectrales no eran suficientemente precisos para clasificar las estrellas, y se introdujeron los subtipos espectrales. Cada tipo espectral quedó dividido en subtipos, que recibieron números del 0 (el más caliente) al 9 (el más frío), en ocasiones con decimales. Así, por ejemplo, tendremos tipos B3, A7 o G2 (el tipo espectral del Sol). No obstante, la secuencia no es completa. Por ejemplo, comienza en el tipo O3 (no en el O0), aunque recientemente se habla del tipo O2. Por debajo, la situación es similar. Hay que decir que lo que se conoce como «tipo espectral» designa a menudo una combinación de dos clasificaciones: el tipo espectral propiamente dicho, y la clase de luminosidad.