Radiación electromagnética con longitudes de onda comprendidas entre 400 nanómetros y 700 nanómetros (entre el ultravioleta y el infrarrojo). Se trata del intervalo del espectro electromagnético en el que el Sol presenta su máxima emisión. Además, la atmósfera terrestre es especialmente transparente en este rango de longitudes de onda. El sistema visual humano, y el de la mayoría de los seres vivos, está optimizado para detectar luz visible. Durante mucho tiempo esta ventana del espectro ha sido la única accesible al estudio de la astronomía, y el análisis de la radiación emitida o reflejada por los cuerpos celestes en este rango ha conducido a multitud de descubrimientos muy significativos. La astronomía actual sigue trabajando sobre todo con la luz visible, y con el paso del tiempo se han ido diseñando detectores e instrumentos cada vez más sensibles para esta radiación. No obstante, desde el siglo XX el ámbito de estudio de la astronomía se ha extendido a las demás regiones del espectro electromagnético, bien por medio de aparatos instalados en el suelo, o de instrumentos embarcados en vehículos espaciales.