En astronomía se conoce como la variación principal que experimenta la Tierra en la dirección de su eje de rotación. Debido a este fenómeno, las coordenadas de las estrellas varían con el transcurso del tiempo. En el año 129 a.C. Hiparco, comparando sus observaciones con otras anteriores (700 años a.C.), detectó un desplazamiento de 50.4 segundos de arco por año, y lo interpretó como una rotación de toda la esfera en sentido antihorario; como cada año el Sol llega al equinoccio antes que al año anterior lo denominó precesión (o sea, «adelanto») de los equinoccios, en tiempos de Hiparco el equinoccio de primavera se encontraba en la constelación de Aries y hoy se encuentra en la de Piscis. En 1600 Copérnico dio la interpretación del fenómeno: el eje de rotación de la Tierra describe, en aproximadamente 25800 años, un movimiento retrógrado, manteniéndose sobre la superficie imaginaria de un cono con 23.45º de abertura, las estrellas permanecen fijas pero los polos se desplazan entre ellas. La explicación está en la dinámica de Newton: la Tierra no es esférica y su eje de rotación no es perpendicular a los planos orbitales del Sol y la Luna, cuya atracción gravitatoria sobre el abultamiento ecuatorial da lugar a un par de fuerzas sobre el eje de rotación, lo cual induce el movimiento de precesión.