Se denomina movimiento propio de una estrella a la variación real de su posición en el cielo debido al movimiento relativo entre ella y el Sol, sin tener en cuenta otros efectos. El movimiento propio es, por tanto, una medida del desplazamiento verdadero de la estrella con respecto al Sistema Solar y está producido por la rotación de las estrellas alrededor del centro de nuestra Galaxia. Dada la distancia a la que se encuentran las estrellas, sus movimientos propios son imperceptibles al ojo humano y solo pueden medirse por medios muy precisos. Esta es la razón por la que, observadas a simple vista, las constelaciones parecen inalteradas desde la época de las primeras observaciones humanas realizadas por los astrónomos chinos y griegos.