Resplandor difuso y débil debido a la incidencia de la luz solar sobre las partículas microscópicas que llenan el espacio interplanetario. Esta distribución de polvo adopta forma lenticular con la eclíptica como plano de simetría. La densidad de partículas y su iluminación decrecen con la distancia al Sol, de modo que la luz zodiacal abarca toda la eclíptica pero se detecta mejor en las direcciones cercanas al Sol. Se manifiesta como un triángulo luminoso que en condiciones de observación óptimas se puede distinguir hacia poniente tras la puesta de Sol o hacia levante justo antes del amanecer.