Proceso por el cual las estrellas cambian de apariencia exterior y de estructura interna con el paso del tiempo. Podemos pensar en la evolución estelar de igual forma que en la vida de los seres vivos, que a medida que envejecen sufren cambios en su organismo y su aspecto. El motor de los cambios de una estrella es la nucleosíntesis, la transformación de unos elementos químicos en otros mediante reacciones nucleares. Así, tras nacer, las estrellas pasan la mayor parte de la vida en una fase tranquila, mientras queman hidrógeno en el interior y lo transforman en helio. Esta es la fase de mayor duración, la secuencia principal, que abarca el noventa por ciento de la vida de la estrella, y durante ella la estrella sufre pocos cambios. Pero apenas se agota el hidrógeno, la estrella acelera su evolución y sufre cambios notables, mientras va produciendo nuevos elementos químicos en el interior, cada vez más rápidamente. Los cambios de apariencia nos llevarán a clasificar las estrellas en diferentes clases, como por ejemplo enanas, gigantes, supergigantes y otras muchas. Las fases concretas por las que pasa una estrella, su historia detallada, dependen fundamentalmente de su masa. Cuanto mayor es la masa de la estrella, más rápida es su evolución y más corta su vida. Su destino final es también diferente, dependiendo de la masa: las estrellas de mayor masa se convertirán en supernovas y dejarán tras de sí un agujero negro o una estrella de neutrones, mientras que las de menor masa se convertirán en enanas blancas, estrellas pequeñas y calientes, que irán enfriándose eternamente.
Imagen: La región de formación estelar 30 Doradus. El cúmulo estelar R136 (a la izquierda del centro) acaba de nacer a partir de las nebulosidades que lo envuelven. La evolución estelar se inicia con el nacimiento de grupos de estrellas que, a su vez, desencadenan en las nubes cercanas el colapso que conduce a la formación de nuevas generaciones de estrellas.
Créditos: NASA, N. Walborn, Jesús Maíz-Apellániz (Instituto de Astrofísica de Andalucía) y R. Barbá (Instituto de ciencias astronómicas de la Tierra y del Espacio, Argentina).