A pesar de que su nombre lleva a pensar en estrellas más pequeñas de lo habitual, se denomina enanas a las estrellas que se encuentran en la fase principal de su evolución, desde que nacen hasta que se agota el hidrógeno en su núcleo. Esta fase, conocida como secuencia principal, constituye prácticamente el noventa por ciento de la vida de la estrella. Así pues, la gran mayoría de las estrellas son enanas. Técnicamente se conoce a las estrellas enanas como estrellas de clase de luminosidad V. El Sol es una estrella enana de tipo G2V, donde G2 designa su tipo espectral y el número romano V la clase de luminosidad. No obstante, el término enana es confuso, porque existen algunas excepciones como son las enanas blancas, que ya no están en la secuencia principal, y las supergigantes azules, de las que algunas están todavía quemando hidrógeno en el núcleo. Las estrellas no permanecen en su estado de enanas toda la vida, sino que pasan a ser gigantes o supergigantes, aunque en el curso de su evolución pueden volver a un estado de enana. El Sol, actualmente una estrella enana, será una gigante roja en cinco mil millones de años, y en otros quinientos millones de años volverá a ser una enana, en esta ocasión una enana blanca.