Imaginemos una lente convergente. Si incide sobre ella un haz de luz formado por rayos paralelos, estos rayos se desvían y, tras atravesar el material se concentran en un punto determinado, el foco. La distancia focal no es más que la separación que media entre la lente y el foco. Se puede definir el mismo concepto no para una lente convergente, sino para un espejo cóncavo. Un espejo cóncavo concentra en un foco los haces de luz paralelos que inciden sobre él y, por tanto, la distancia focal corresponde al espacio que media entre el foco y el centro del espejo. Si se trata de elementos divergentes, como una lente divergente o un espejo convexo, el haz de rayos paralelos se separa después de incidir sobre ellos. En este caso se considera un foco virtual, el punto del que parecen irradiar los rayos divergentes que surgen de la lente o espejo. Por tanto también en estos casos se puede hablar de distancia focal, aunque se suele dar en números negativos para especificar el carácter divergente de los elementos ópticos implicados. Las lupas normales que se venden en las papelerías suelen tener una distancia focal de 25 cm, o sea, 0.25 metros. Otra manera de dar la distancia focal de una lente consiste en transformarla en la potencia de la lente. Se trata de tomar la distancia focal expresada en metros f y calcular su inverso, 1/f. El resultado es la potencia en dioptrías. Así, las lupas habituales tienen 1/0.25 = 4 dioptrías.