La atmósfera de la Tierra perturba los rayos de luz que la atraviesan y esto afecta a la nitidez de las imágenes de los cuerpos celestes que se obtienen desde la superficie terrestre. Las estrellas, que desde el espacio exterior aparecen como objetos perfectamente puntuales, vistas desde el suelo se convierten en pequeños borrones luminosos. El tamaño aparente de las imágenes estelares proporciona una buena medida de la cantidad de turbulencia que impera en la atmósfera. El parámetro que mide la borrosidad o la calidad de imagen, más conocido por su nombre en inglés, seeing, corresponde justamente a este concepto: el tamaño aparente de las imágenes estelares, que suele medirse en segundos de arco. La calidad de imagen mejora, es decir, la borrosidad o el seeing se reduce (las estrellas aparecen más «pequeñas») cuanto más estable sea la atmósfera. Por eso los grandes observatorios astronómicos se sitúan en emplazamientos muy elevados sobre el nivel del mar y con cielos lo más calmos posible.
Persiste un debate considerable acerca de la forma más adecuada para referirse a este concepto en lengua castellana. Junto al uso del término inglés tal cual, seeing, se detectan las formas citadas más arriba: borrosidad y calidad de imagen.